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viernes, 10 de junio de 2011

Slash @ Caracas, 31/03/2011 (Reseña)

Todo parecía indicar que no iría a este concierto. La falta de interés terminó cuando faltando un par de días un amigo me ofreció una entrada y me dije a mi mismo: "que rayos, las cosas pasan por algo".

No me arrepiento. Para escuchar los clásicos de Guns N' Roses hoy en día hay dos opciones: Axl o Slash. Luego de haber visto a ambos puedo decir con propiedad que la mejor opción es Slash.

Hay dos cosas características resaltantes de Guns: la voz de Axl y la guitarra de Slash. La voz de Axl ya no es la misma de antes (sin contar que su presencia en tarima dista mucho del otrora front man que se cagaba en todos) pero la guitarra de Slash sigue intacta (incluyendo su porte) A esto se le puede aunar un Myles Kennedy en plenitud de condiciones y un set list complementario más interesante que el lamentable Chinese Democracy.

Antes del evento principal de la noche se presentó la compensación nacional de la mano de la banda valenciana Bajo Tierra. Ya en otra oportunidad los pude ver en tarima, mucho más pequeña, y sigo manteniendo la misma opinión sobre ellos: su música, a pesar de bien ejecutada, es más de lo mismo, cantar en inglés no se si les ayude en una movida local casi en su totalidad en español y que por el lado positivo, su front man es excelente, uno de los mejores de la última camada criolla.

Genio y figura, Slash se aparece en tarima para presentar su última producción, producto de la colaboración de un puñado de músicos y cantantes bien rodados y reconocidos que lograron un producto, que si bien no es espectacular, se puede considerar sólido e interesante.

Con los acordes de Ghost arranca su presentación, el público empieza a vibrar con esta leyenda del Rock N' Roll viviente de los últimos años. Le seguiría Mean Bone del Slash's Snakepit, su primera aventura como solista y luego Sucker Train Blues, esta vez de su otro experimento, la súper banda Velvet Revoler.

Volvería al Snakepit con Been There Lately y se vendría el primer plato de Guns, con tres piezas bien sabrosas como lo son Nightrain, Rocket Queen y Civil War, una tras otra, para el delirio de la audiencia.

Me causaron gracia algunas escogencias de Slash para su banda: el bajista, muy bueno valga acotar, es medio punketo (como Duff) y el segunda guitarra es medio nulo (como los que han estado en Guns bajo su sombra). El baterista tiene un aire dark y Myles, bueno, Myles es Myles, excelente cantante y front man. Para la próxima no debería salir sin lentes para que no le vean la trona que carga.

Volviendo al concierto, se vino un set completo del disco promocional de la gira con Back From Cali y Starlight, Myles se lució en ambas ya que fueron su aporte al disco, en especial con la última, uno de esos momentos especiales de la noche.

Seguiría la sección más pesada de la velada con Nothing To Say, una de las canciones más heavys del disco, Doctor Alibi, un buen hard rock, y Watch This, un impresionante track instrumental bien pesado y en donde se demuestra lo que Slash sabe hacer con la guitarra.

Para beneplácito de Myles vendría un cover de Alter Bridge, Rise Today, para abrirle paso a dos covers más de Guns: My Michelle y Patience. Allí se quedaría sola la estrella de la noche, por el que pagamos la entrada, Slash, para ver su solo de guitarra en donde no puede faltar el tema del Padrino. Después tocaría tal vez el tema más importante de Guns, con el que se hicieron famosos en especial él con ese característica guitarra inicial, Sweet Child O'Mine. No quedó nadie sin cantar.

Antes del encore se vendría una más, Slither, probablemente lo mejorcito que grabó con Velvet Revolver y después de la pausa arrancarían con la excelente By The Sword.

Sólo faltaban dos canciones más, y como no, tenían que ser de Guns. Mr. Brownstone, la canción sobre sus adicciones, por cierto, ni un cigarrillo prendió en todo el concierto, es probable que esté clean al fin, y Paradise City, terminando el concierto en una fiesta en donde nadie quedó defraudado.

El sonido, logística, seguridad y hasta los perros calientes estuvieron a la altura. El Sambil es una buena locación para conciertos, aunque se pierde un poco de modjo rockero por no tener olla.

Al final me fui más que contento, definitivamente las cosas pasan por algo, y casi siempre para bien.

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