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sábado, 20 de noviembre de 2010

Yes @ Caracas, 19/11/2010 (reseña)

The Firebird Suite de Igor Stravinsky nos anunciaba la salida al escenario de nada más y nada menos que 42 años de Rock Progresivo materializado en la presencia de tres de los integrantes más clásicos de la banda inglesa Yes: Steve Howe en la guitarra, Alan White en la batería y Chris Squire en el bajo.

Acompañando al trío estuvieron el hijo de Rick, Oliver Wakeman, que a la usanza de "hijo de gato, caza ratón" nos ofreció los teclados de la banda y en la voz, supliendo al insustituible Jon Anderson, al candiense Benoit David.

Para un tipo como yo, un poco más dado al metal que al rock progresivo y que no cuenta a Yes como una de sus bandas predilectas, era una cita obligatoria asistir a este evento. Al final no se bien si por escuchar las canciones de Yes (cabe destacar que la experiencia del rock progresivo es mucho mejor en vivo que en disco) o por ver a un par de monstruos como Howe y Squire en plena acción.

Sobre Yes siempre he opinado, porque opinar es libre, que le falta más toques de "maldad" a su música, toque que encontramos en Machine Messiah (mi canción predilecta de la banda) pero que es una rareza en la obra de los ingleses, optimista y alegre por definición en lo que ha sonoridad se refiere. Sin embargo no me puedo quejar, hasta el único hit de la banda, presentado con cierta indulgencia por parte de Howe (eran los 80s), Owner of a Lonely Heart, sonó espectacular.

Howe fue el que más se comunicó con el público, presentando algunas canciones y discos, tocando la guitarra como sólo los grandes saben hacerlo con las canciones de Yes y en su solo a través del cual dio una clínica de como tocar la guitarra clásica. No se esperaba menos del hombre que hizo la guitarra clásica de Innuendo de Queen (demasiado complicada para Brian May), cuenta con colaboraciones con artistas como Lou Reed, Fish y Dream Theater y quien ha vuelto a Asia para retomar la alineación inicial de lujo.

Gratamente quedé impresionado con Squire (único miembro constante de la banda en toda su historia). Con un desfile de bajos, uno más espectacular que el otro, Squire nos deleitó con una técnica, estilo y sonoridad de la que sólo pocos pueden presumir, ¡Vaya forma de tocar el bajo! Sin duda debe estar bien arriba en el top ten de bajistas que he presenciado en vivo.

Alan White ha alternado con el "mocho" de Bill Bruford en las baterías de Yes a través de estos 42 años. No me impresionó en particular su desempeño, eso si, totalmente correcto, pero nada fuera de lo normal.

Los "jovencitos" Oliver y Benoit cumplieron. Oliver desempeñó el trabajo que su padre le dejó a cabalmente y Benoit hizo lo que pudo con la parte de Anderson. Su voz me pareció lo suficientemente ajustada a la original, pero su presencia en tarima no me gustó. Supongo que no es fácil ponerse los zapatos del carismático vocalista (cuya forma de cantar no me agrada en particular, otra de las razones por las que Yes no me gusta tanto como otros del género)

El evento sirvió para reunir a los viejos rockeros de Caracas que siempre suelen asistir a estos conciertos acompañados ahora de sus señoras (algunas recordarían travesuras de su juventud en conciertos de hace años) y otros con sus hijos, a los que inician en el camino del rock.

Sobre la organización tengo un par de quejas y una felicitación. Las colas. La cola para entrar fue demasiado larga para la gente que había, con sólo dos taquillas para cambiar las entradas virtuales por las físicas. La cola para los baños con sólo 6 portátiles disponibles y la cola para comprar bebidas y comidas con un solo cajero vendiendo los tickets. Parece mentira que a estas alturas no se tomen estas previsiones para facilitarle la experiencia a los fanáticos o lo hacen adrede para hacerte sentir que sigues en Caracas.

Me gustó el sonido, ni muy duro ni muy suave y todo bien cuadrado. Sólo falló el conector de una guitarra, total, nada es perfecto. Muy mal estuvo la falla en el techo que casi provoca que Howe se echara una ducha inesperada, ya que cabe acotar, empezó a llover bastante duro lo que no permitió hacer el encore a riesgo de electrocución de los músicos. La naturaleza es así.

Otra queja va para el Sambil de Caracas, ¿A quién se le ocurre dejar sólo dos cajas de estacionamiento abiertas para atender a esa multitud?

Fuera de estos detalles totalmente ajenos al grupo como tal, considero como excelente la experiencia de haber visto a Yes en vivo, otro grande del rock a mi lista.



Aquí les dejó la interpretación de Machine Messiah con muy buena calidad:


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